Matsigenka (Machiguenga)

Los primeros invasores europeos y las primeras misiones católicas tuvieron poco impacto entre los matsigenka. Un contacto importante con foráneos a través de los siglos fue el intercambio comercial con pobladores de los Andes. Comerciaban madera, tintes, algodón, hoja de coca, plumas y hierbas medicinales a cambio de herramientas de metal. En 1847, el descubrimiento de la corteza de la zarzaparrilla, usada en la fabricación de la quinina para tratar la malaria, llevó un número creciente de buscadores de corteza al territorio matsigenka. La fiebre del caucho, unas décadas después, dejó su huella: miles murieron a causa de los maltratos y las epidemias. El comercio de esclavos fue también muy generalizado hasta la década de los cincuenta. Cuando se formaron las haciendas, continuó la presencia de los foráneos en el área. Trabajando para los terratenientes estaban hasta cierto punto protegidos de otros foráneos; pero como eran analfabetos y no podían llevar cuentas, siempre estaban endeudados. Afortunadamente, ahora las comunidades tienen escuelas bilingües y han aprendido a protegerse de la explotación.
Tradicionalmente eran seminómadas. Vivían aislados en grupos pequeños de familias extendidas. Se dedicaban a la caza, la pesca y la agricultura de tala y quema. Se vestían con cushmas tejidas a mano. Los hombres usaban cushma con rayas verticales y cuello en V, y las cushmas para las mujeres tenían rayas horizontales y cuello recto. Los hombres se ponían bandas alrededor de la frente. Las bandas se hacían de plumas negras pequeñas de un ave de la selva. Las mujeres adornaban los hombros de las cushmas con cáscaras de nuez, semillas, plumas, huesos y palitos tallados. Todos usaban collares, brazaletes y adornos nasales, especialmente las mujeres, hechos de monedas aplanadas de plata.
Eran animistas, por eso tenían mucho temor de todo tipo de cosas, desde ciertas especies de hormigas hasta los eclipses de luna. Tenían que observar ciertos tabúes. Por ejemplo, durante el embarazo no comían ciertos alimentos, en otros casos no nombraban a ciertos animales o aves para evitar que les hicieran daño y después de la muerte de un familiar no hacían ciertas actividades consideradas peligrosas.
En el mejor de los casos, la vida era corta y dura, con un destino incierto después de la muerte. Su única esperanza estaba en la habilidad de un chamán para conseguir la ayuda de los espíritus buenos, o que de alguna otra manera pudiera afectar el destino del alma.
Hasta principios de la década de los cincuenta, la organización política se limitaba a un jefe auto-elegido de cada grupo familiar. Por lo general era un orador en el estilo tradicional característico de los matsigenka quien podía infundir respeto y persuadir a otros.
La traducción del Nuevo Testamento se terminó y se entregó a los matsigenka en enero de 1977. Una edición revisada y aumentada que contiene pasajes del Antiguo Testamento se distribuyó en junio de 1997. Durante los años transcurridos entre ediciones, muchas comunidades nuevas se crearon y crecieron en torno a las escuelas bilingües. Proyectos de desarrollo, como aserraderos, transporte de carga en lanchas para llevar productos al mercado, y pequeños almacenes y postas de salud, se multiplicaron.